sábado

La noche oscura del alma

Sigilosa, se hincha y expande
su vientre gris
ribetes de azul y rosa,
escarlata y rubí
férrea obsesión masoquista...
Sombra amorfa que engulle y somete cada centímetro cuadrado de libertad
hurgando en las entrañas aún tibias,
retorciendo fantasmas aún húmedos.
Cadencia de un golpeteo creciente, insoportablemente mudo
pero letal e infalible veneno que paralizando los raquis,
decapitando esperanzas y motivaciones.
Lastre de un manojo de sueños
que de tan fuerte nudo, se ahoga
y de tanta dulzura artificial se empacha y rebosa de fantasías estériles
y se seca hasta resquebrajarse.
De tan ralas raíces marchítanse
las hojas pálidas
y de tan crudo contraste,
se congela la savia.
Dejar morir... despedirse...
resignificar... perdonar...
Aceptar... resignarse... olvidar...
diferentes maneras de fracasar
incontenible adicción,
compulsión idiota de un ciego
esclavizado incomprensiblemente
por las cenizas de un amor huero.
Ya no luches más, soñador
ya puedes dejar de huir...
Es hora de lamer tus heridas
guardar los clavos
y permitir que cicatrice el desengaño...
pero con paciencia y realismo.
Basta de corderos víctimas:
es hora de aullar y elevar la mirada!
Acaso no ves que ya la luna
dejó de ser la pálida testigo
para gritarte su verdad:
ya su brillo no es para ti.
No abandono la esperanza
de que algún día decidas ver y puedas aceptar
que es mejor una noche oscura y serena
a una luna egocéntrica y sádica.


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